Por Enrique Kawamura

 

En el último mes he venido escuchando la preocupación de al menos un sector del periodismo (probablemente aquel no alineado con la política económica de la administración de Cristina Fernández de Kirchner, aunque no sé si es exclusiva de este sector) acerca de, ya no una desaceleración de la actividad productiva y de consumo, sino directamente de una caída sostenida y generalizada de la misma, la cual daría lugar, técnicamente, a lo que se denomina recesión. En distintos reportajes radiales, televisivos y de medios gráficos hubo consultas a colegas a este respecto. Pero, más allá de la diversidad de opiniones que existe en este sentido, la mayoría de los consultados tendían a coincidir con que la tasa de inflación no se desaceleraría en el eventual caso en que la economía entre en recesión, como sí sucedió con la denominada "crisis del campo" en 2008.

 

No puedo negar que escuchar en la eventual co-existencia de recesión con tasas de inflación de, al menos, dos dígitos anuales (alrededor de 20% o más por año) puso nostalgioso, recordando mis años de estudiante de licenciatura en la UBA (entre 1990 y 1993). En esos años, sobre todo, en los cursos de Dinero, Crédito y Bancos y en el de Economía Monetaria de los últimos dos años recuerdo haber trabajado bastante distintos papers que intentaban explicar este fenómeno de estancamiento real con inflación, denominado estanflación. Esos papers se referían a episodios de estanflación, tanto en las economías desarrolladas (especialmente luego de la crisis petrolera de la década de los '70) como también a fenómenos similares en economías en desarrollo, como la argentina. Lo que es realmente llamativo es que esos papers, que hoy cuentan con treinta años o más de publicados, parecen volver a tener vigencia hoy en Argentina año 2012. En este sentido me parece estar viviendo un cierto dejá-vu.

 

Dada esa literatura académica, sin embargo, más allá de lo "vieja" que puede considerarse, me parece oportuno pensar que en las puertas de un posible (aunque para nada seguro) escenario de estanflación, podamos al menos rescatar primero qué es lo que esa literatura nos puede permitir aprender respecto de por qué (nuevamente) podríamos estar entrando en ese evento. Sin pretender abarcar todas las posibles explicaciones, elijo dos ideas que nos pueden ayudar a entender mejor por qué es otra vez éste un escenario factible.

 

Un primer argumento lo podemos encontrar en papers como el de Brunner et al (1980)[1] o el de Grubb et al (1982)[2] en los que la estanflación aparece como consecuencia de incrementos en los costos laborales asociados a reducciones en la productividad del trabajo. Es verdad que el foco de estas explicaciones es el fenómeno de estanflación que surgió luego del shock petrolero de 1973. Sin embargo, un defecto de este tipo de explicaciones (más allá de lo perfectible que podría ser el método empírico utilizado para verificar estas explicaciones teóricas, especialmente en el caso del paper de Grubb et al) es la apelación a variaciones en mediciones de productividad tomadas como variable exógena, pero que en la práctica tal vez no es tan sencillo interpretar, especialmente considerando lo corto de este fenómeno considerado (menos de una década).

 

Una explicación alternativa la da la teoría estructuralista de la inflación, liderada, como es conocido, por los trabajos de Julio Olivera. En particular, Olivera (1980)[3] encuentra una clave "estructural" en la explicación de la aparición de la estanflación como alternativa a una mera reducción de la productividad. Olivera postula como hipótesis que existe una correlación positiva entre desempleo y variabilidad de precios relativos (lo cual refleja la relación entre desempleo y rentabilidad relativa entre industrias, una característica estructural de una economía). En un contexto donde se supone la validez de una curva de Phillips "clásica" (en el sentido de que existe una correlación negativa entre inflación y desempleo) y donde también se supone que una mayor variabilidad de precios relativos viene acompañado por una mayor tasa de inflación (lo cual tiende a ser corroborado por distintos trabajos como, por ejemplo, el clásico de Heymann 1984[4]), entonces cualquier shock que desplace la curva de Phillips hacia arriba (como, por ejemplo, shocks de demanda nominal que, para un mismo valor de desempleo, aumente la tasa de aumento de precios por efecto de demanda) trae aparejado un aumento de la inflación pero también del desempleo, ya que el incremento de la inflación trae aparejado un incremento de la variabilidad de precios relativos que induce a un aumento en el mismo.

 

En fin, en éstos u otros trabajos podemos abrevar para ir entendiendo qué factores relevantes pueden hoy estar funcionando de modo más activo para que hoy pueda realizarse escenario de estanflación, por supuesto, sin desear que esto ocurra por las naturales consecuencias negativas que este fenómeno acarrea.


[1] Brunner, Karl, Alex Cukierman y Allan Metzler (1980). "Stagflation, persistent unemployment and the permanence of economic shocks." Journal of Monetary Economics 6: 467-492.

[2] Grubb, D., R. Jackman and R. Layard (1982). "Causes of the Current Stagflation." Review of Economic Studies 49: 707-730.

[3] Olivera, Julio H.G. (1980). "Estanflación estructural." Desarrollo Económico 20: 41-48.

[4] Heymann, Daniel (1984). "Precios relativos, riqueza y producción." Ensayos Económicos 29: 53-90.