Hace varios días que el gobierno de la Ciudad viene anunciando la fusión de un número de cursos en escuelas públicas por falta de alumnos. Hace más de un año, cuando el blog no tenía todavía un mes de actividad, escribí este post sobre la calidad de la educación en nuestro país. Repito el link que puse a un informe de la Dirección de Investigación y Estadística del Ministerio de Educación del Gobierno de la CBA que analiza la evolución de la matrícula en escuelas primarias de la Ciudad entre 2001 y 2008. 

En el informe se pueden ver estadísticas, auténticas, no salidas del INDEC, que muestran que la matrícula total de alumnos en escuelas públicas cayó en 2643 alumnos en ese período. La información dice que en siete distritos (mayormente en la zona norte de la Ciudad) la caída fue de 6045 alumnos, mientras que en seis distritos (mayormente en la zona sur) registraron un aumento de 4418 alumnos. Los números no mienten y son consistentes con las explicaciones del ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich: se cierran cursos que tienen pocos alumnos en la zona norte y se busca trasladar docentes a la zona sur.

Hoy el gremio Ademys anunció un paro antes de reunirse esta tarde, como estaba previsto, con Bullrich. De esta forma desnuda el propósito político de su accionar, implícitamente reconociendo la razón de los argumentos del gobierno porteño (y la dificultad de defender sus "privilegios"). Además como economista no dejo de pensar que paro injustificado hoy resulta en caída en la matrícula mañana en la medida que la incapacidad de llevar los hijos a la escuela da incentivos a los padres a pagar una privada que sea más confiable. O sea, docentes miopes que se pegan un tiro en el pie. 

Es de esperar que teniendo hechos concretos que respalden las decisiones de la cartera educativa, el gobierno de Mauricio Macri no de el brazo a torcer en este reclamo de docentes que no quieren ir a trabajar a la zona sur pues prefieren tener a cargo cursos de menos de diez alumnos en Belgrano que treinta o cuarenta en Lugano. Estas actitudes recuerdan la tendinitis de los trabajadores del subte con la recarga de la SUBE y dan, con el perdón de Fito, asco