Por María Eugenia Garibotti

En el corto tiempo que llevo en este blog, han pasado muchas cosas. Me casé, me estoy por mudar a otra ciudad, y empezar otro trabajo. Lo que lamentablemente no sucedió es que no encontré bien de qué quería escribir. Quique y Martín saben más de macroeconomía que yo, y a la distancia a veces prefiero ni leer las noticias de Argentina. ¿El dólar a cuánto?

Lo que significa que me voy a despedir, no sin antes agradecer la confianza (y paciencia!) de Martín, que me invitó a ser parte de este proyecto. Les deseo el mayor de los éxitos a los editores.

Y voy a despedirme como empecé, con un paper de Dan Ariely. Esta vez, es una serie de experimentos diseñados para encontrar la clave de la felicidad. O, por lo menos, para enteder cómo salirnos del "Hedonic Treadmill", el hecho empírico de que nos acostumbramos a la mayor parte de los grandes cambios en la vida, y parece ser que nuestro nivel de felicidad no se relaciona con las circunstancias de nuestra vida. Casarse, encontrar un nuevo trabajo, incluso ganar la lotería, parecen tener efectos sólo temporarios sobre nuestro nivel de bienestar1.

El artículo en cuestión es "Getting off the hedonic treadmill, one step at a time: The impact of regular religious practice and exercise on well-being", en el Journal of Economic Psychology. El objetivo del artículo es, como indiqué, encontrar actividades que lleven a un aumento permanente en nuestra felicidad. La hipótesis que testean es la idea de que en vez de concentrarnos en el efecto de grandes cambios, deberíamos enfocar nuestros efectos en actividades frecuentes. Cada una de estas actividades, en sí misma, llevaría a un pequeño aumento en nuestra felicidad, pero la repetición podría tener un efecto permanente.

Para el primer estudio, los autores entrevistaron a gente antes y después de servicios religiosos, abarcando un total de doce grupos religiosos2. Se le pidió a cada participante que evalúe de 0 a 100 cómo se sentía, su satisfacción general con su vida, y su satisfacción con su lado espiritual. Todos los grupos religiosos reportaron un nivel de satisfacción más alto después del servicio, que antes. Además, las personas que más frecuentemente asistían a servicios religiosos también reportaron un mayor nivel de felicidad antes de entrar al servicio. Es decir que asistir a un servicio religioso aumenta el nivel de felicidad de una persona, y parece ser un efecto que aumenta con la frecuencia.

El segundo estudio tiene una metodología idéntica, pero se enfoca en la actividad física - específicamente yoga e ir al gimnasio. Los resultados son similares: un aumento en la felicidad asociado a la actividad en sí misma, y una correlación entre la frecuencia de la actividad, y el nivel base de felicidad.

Aunque por supuesto esto no es un estudio experimental, la lección parece ser que la repetición regular de acciones que nos hacen un poquito más felices tiene un efecto en el largo plazo que es mayor que el de grandes cambios. Así que aunque me entristece abandonar Economía Posible, confío en que todo volverá a la normalidad bien pronto.

De nuevo: ¡Muchas gracias!

1: Parece ser que sólo algunos hechos negativos tienen efectos permanentes. El resto del tiempo, son factores genéticos o de la personalidad los que regulan el nivel de bienestar.

2: Aclaración: no entrevistaron a la misma gente, para no afectar la respuesta en el "después".