Hoy voy a hacer un análisis de las perspectivas para la economía argentina este año. Ya vimos que los factores externos nos van a ayudar menos que el año pasado, y que los factores políticos mientras estén encabezados por Guillermo Moreno seguirán siendo muy negativos. ¿Cómo va a responder la economía local ante un escenario externo menos favorable y un mayor intervencionismo público?

Empecemos con la variable macro más saliente para el público en general: la inflación. El gobierno teme que una devaluación se transmita en inflación, razón por la cual impuso el control de cambios. Y sabe que a pesar de esto, si no hay un superávit de cuenta corriente amplio que genere divisas habrá una corrida cambiaria, razón por la cual se busca restringir (ilegalmente) las importaciones. Allá a lo lejos, en la primavera post elecciones, se mencionó un plan para reducir la inflación llamado Plan de Convergencia Nominal. Estaba tan mal diseñado que ponía la misma tasa del 18% para los incrementos de la cantidad de dinero, salarios, e inflación. Los sindicatos fueron los primeros en darle la espalda, al no querer someterse a un techo salarial, máxime sin conocer el programa monetario del BCRA. La idea del PCN terminó de morir justamente cuando el BCRA puso metas (de mínima) de incremento para la cantidad de dinero de 26%. Considerando indicios que muestran que los incrementos salariales rondarán el 25% este año, me parece que la tasa de inflación estará entre 22 y 25%, en niveles similares al año pasado. 

Si seguimos con inflación alta, y devaluación por debajo de este nivel en el tipo de cambio oficial, se incrementará la brecha del tipo de cambio paralelo, que mide las expectativas de devaluación futura. Esto hará inevitable que aumenten las tasas de interés para compensar a los depositantes en pesos. El aumento de tasas de interés tendrá costos sobre el nivel de actividad y presumiblemente la respuesta de este gobierno involucrará más intervencionismo, esta vez del sistema financiero. 

Mención especial cabe hacer de la sequía que aqueja al campo y que puede exacerbar los problemas mencionados (menor superávit comercial y por ende más restricciones a las importaciones, mayor aumento del dólar paralelo y por ende mayores riesgos en el sistema financiero). Al respecto es importante destacar, como hace Mariano T. en este post de La patria chacarera, que lo que importa es en que momento llueve para determinar los efectos negativos de una sequía. Por ejemplo, para la soja es importante que llueva entre mediados de enero y fines de febrero. Hoy en día las previsiones son de una buena cosecha, menor en un 10% de la esperada, pero cerca de los últimos registros. Salvo que la sequía se agrave. 

En cuanto a los agregados más importantes en la demanda ya vimos que el consumo se estuvo desacelerando sobre fin de año, tendencia que previsiblemente se mantendrá a la vista de los aumentos de tarifas anunciados (y esperables), y el ritmo de incremento salarial real esperado, sensiblemente inferior al de los últimos dos años. También el gasto público se incrementará a un ritmo inferior , considerando que la posición fiscal se ha deteriorado al punto de tener el año pasado el peor resultado fiscal del kirchnerismo, a pesar del buen contexto internacional y cosecha récord. La inversión es muy difícil que se transforme en el motor del crecimiento, pues el mayor intervencionismo y la aparición constante de focos de conflicto con el empresariado (el último con las petroleras) no crean el clima de negocios necesario para atraer capitales. Y recordemos, las riendas de la política económica las tiene Guillermo Moreno. 

En suma estamos ante un año flojo en cuanto a performance económica, pues tendremos alta inflación y menor crecimiento, que estimo estará entre 3 y 4% (aunque si va a estar cerca del 3,26% el INDEC seguro reportará 3,25% para no pagar cupón atado al PBI). Solo espero que al final del mismo el gobierno haya logrado, en el neto, reducir distorsiones (reduzca los subsidios más que lo que incremente distorsiones por control de cambio e importaciones). Si es así quizás pueda encarar en el 2013 la reconstrucción de un nuevo "modelo", más sólido que el que tenía fecha de vencimiento el 23 de octubre pasado.