Dado que el gobierno no tiene ninguna buena noticia para informar ha decidido hacer del pago hoy, viernes 3 de agosto de 2012, de la última cuota de los Boden 2012 un acontecimiento histórico cuando no lo es. Como aclaró Martín Kanenguiser en nota en La Nación el pasado miércoles la deuda pública sigue teniendo un peso importante.

Aunque el Gobierno festejará este viernes el pago del Boden 2012 como si fuera el final del ciclo de endeudamiento, cada habitante de la Argentina todavía debe US$ 4460 y el país tiene pasivos sin regularizar por US$ 20.000 millones.

Para anticipar este evento, el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, adaptó la idea del tablero electrónico colocado en la zona neoyorquina de la Sexta Avenida y la 44 que, desde 1989, registra el incesante crecimiento de la deuda pública norteamericana en términos nominales. Pero el contador argentino ubicado en la entrada del edificio y en el sitio de Internet del Ministerio de Economía va en sentido inverso, marcando los días, horas, minutos y segundos que faltan para el pago de la última cuota de este bono, entregado a los ahorristas afectados por el corralito y el corralón. Sin embargo, por aquella crisis también resta pagarles a los ahorristas US$ 243 millones por el Boden 2013, en abril del año próximo.

Irónicamente, el gobierno dice que se desendeuda y al mismo tiempo dice que no puede realizar obras públicas pues no tiene acceso al mercado de capitales (para lo cual, por supuesto, culpa a la "crisis" mundial). Según nota ayer de Jorge Oviedo en La Nación:

Apenas dos días antes de que anunciara con bombos y platillos que con el pago total del Boden 2012 se ha logrado la "independencia financiera", el Gobierno debió admitir que no consigue financiamiento ni siquiera para ampliar la avenida General Paz.

Los funcionarios repiten el discurso presidencial según el cual todo es culpa de la crisis internacional. Los hechos los desmienten. A principios de julio último, no el gobierno brasileño sino la empresa Vale tomó 750 millones de euros a un costo menor al 4 por ciento anual. Los bonos vencerán en 2023 y a Vale le ofrecieron más del doble de lo que quería tomar.

La diferencia entre poder endeudarse o no no es menor. Las obras viales deberán pagarlas los usuarios con la esperanza de que alguna vez se realicen. El anuncio de la ampliación de la General Paz es el tercero del kirchnerismo y no se ha hecho, hasta ahora, casi nada. El sistema de accesos a Buenos Aires fue gravado en los ahora despreciados años 90 con peaje para pagar las obras una vez que estuvieran terminadas, no antes.

No solo la deuda sigue siendo del orden del 41% del PBI, sino que compararla con el nivel de endeudamiento de 2002 es falaz pues ese año el país estaba inmerso en un crisis que llevó la cotización del dólar a cuadruplicarse, lo que obviamente cuadruplicó la relación deuda producto pues la deuda está medida en moneda extranjera. Sin embargo eso hace el ministro de Economía Hernán Lorenzino en este comunicado de Telam (copio desde el inicio para que los lectores puedan reír un poco):

El 3 de agosto no es un día más en el calendario de vencimiento de la deuda pública. Ese día los argentinos pagaremos la última cuota del Boden 2012 entregado durante el corralito, símbolo de la peor crisis económica y social de la que tengamos memoria.

Una memoria que se hace muy presente hoy, a la luz de la crisis de deuda que azota a Europa, y a países hermanos como España e Italia.

Este Gobierno ha normalizado la deuda y honrado todos sus pagos, cuota por cuota, durante los últimos 10 años. Sólo por el Boden 2012, la cuenta que pagamos los argentinos demandó 19.600 millones de dólares.

Pero también se ha demostrado que se puede salir de las crisis sin ajustes. Al mismo tiempo que se pagaba la deuda, bajaba la tasa de desempleo y la mortalidad infantil; mientras nos desendeudábamos, crecimos al 8%.

Esta forma de pensar una nueva economía argentina, comenzó en el 2003, con el Gobierno de Néstor Kirchner y continuó bajo la conducción de Cristina Kirchner.

Se dejó atrás una etapa nefasta para el pueblo argentino. Se dejaron atrás los modelos de la entrada fácil de capitales y especulación financiera, cuyo costo siempre lo pagaban los más humildes y que ahogaban a los sectores productivos de la economía nacional.

A la hiperinflación de los 80, le siguió el hiperendeudamiento de los 90. En el 2002, la relación deuda PBI alcanzaba 166%, imposible de resistir para cualquier economía atada a los vaivenes de los mercados.

Hoy, el peso de la deuda sobre la economía representa sólo el 41,6% del Producto Bruto.

Quiero resaltar que hay un factor que hace poco comparable este 41,6% actual con el nivel similar del año 2000 (o cercano al 60% en 2001 antes de la crisis). La mayoría de los análisis, al menos todos los que he leído, no reconocen que al estatizar el sistema previsional el gobierno ha tomado una importante deuda previsional. Se ha comprometido a pagar jubilaciones futuras que antes estaban a cargo de una AFJP. Si la ANSES manejara los fondos que expropió de manera idónea el aumento en la deuda implícita sería bajo pues habría activos que respaldaran las obligaciones futuras (igual habría aumento pues el gobierno incrementó la tasa de reemplazo, la relación entre prestación y sueldo antes de jubilarse).

Dado que la ANSES está haciendo un uso marcadamente político de estos fondos (recordemos las palabras recientes del viceministro de Economía Axel Kicillof: "es privatista, noventista y reaccionario" pedir que los fondos del sistema de seguridad social sólo se destinen a jubilaciones y no se invierta también en el sistema productivo) en un futuro cercano estos activos desaparecerán con lo cual quedará solamente la deuda. Y una contabilidad adecuada de la evolución del endeudamiento de un país serio debería incluirla.